En 1919, se consolidó jurídicamente la Asociación de Arquitectos de México (AAM), marcando un hito fundamental en la organización profesional de los arquitectos en el país. Aunque la Sociedad de Arquitectos Mexicanos (SAM) había surgido en 1905 como una agrupación representativa del gremio, fue hasta este año que se estableció formalmente su reconocimiento legal bajo el nombre de AAM, dotándola de una estructura institucional con personalidad jurídica.

Esta formalización permitió a la asociación participar de manera más activa en asuntos normativos, académicos y de desarrollo urbano. A partir de entonces, la AAM se convirtió en una interlocutora clave frente al Estado y la sociedad, promoviendo la profesionalización de la arquitectura en México, la defensa del ejercicio ético y la promoción de la arquitectura como una disciplina esencial para el desarrollo del país. La constitución legal de la AAM fue un paso decisivo para fortalecer la identidad y la cohesión del gremio arquitectónico nacional.